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Jorge Olmos Fuentes
Nació en Irapuato en 1963. Es profesor, editor, poeta y facilitador de constelaciones familiares. Su formación la obtuvo en un diplomado impartido por el Instituto Bert Hellinger de México. Asesora talleres y facilita consultas terapéuticas individuales, organizacionales, empresariales y pedagógicas. Es autor de los libros: Amor de arena, En la propia tierra, Tierra del corazón, Música negra el enunciado, Baladas un poco tristes, Alumbramiento del asombro y Las cosas como son. Sus más recientes libro son: Sólo es tiempo y Oro de tu risa.
Entrega del Reconocimiento “Lourdes Estrada Téllez” a Alfonso Padilla
23 de abril de 2023
Me congratulo con Alfonso Padilla por el reconocimiento “Lourdes Estrada Téllez” que se le entrega este día, atendiendo a su mérito en la promoción del libro y de la lectura. Varias décadas de frecuentar su trato me han dado la ocasión de presenciar parte de esa jornada que hoy, Día Mundial del Libro, adquiere visibilidad pública.
Saber que es actualmente animador de un taller de lectura en la Universidad Quetzalcóatl me permite referirles que Alfonso Padilla aún continua vigente en la actividad motivo de esta ceremonia. La imagen que yo tengo de él más distante en el tiempo ocurre tras de su pequeño mostrador de la Librería Wagner, que antes fue casa de música. Un espacio pequeño sin embargo acogedor donde se fraguaron tantas ideas.
Viene a mi memoria también que compartí la liza con él y con Carmen, su esposa, en un homenaje literario a Juan Rulfo en la Alianza Francesa, cuando era un centro cultural muy activo en la segunda mitad de los años ochenta. Junto con él compartí los avatares en la feria del libro de los años noventa, feria encabezada por la Mtra. Carmen Valenzuela —a quien recuerdo con admiración—. Entre algarabías y entusiasmo participamos en varios proyectos culturales, en especial recuerdo el del Jardín del Arte en Santiaguito y sus varios frutos. Luego le conocimos al frente de la Biblioteca Municipal Benito Juárez, casi recién inaugurado su edificio, porque además acogió allí algunas sesiones del taller literario que también compartíamos. No pocas veces le saludé en la Biblioteca Central Estatal Wigberto Jiménez Moreno, en sus incursiones como encargado de la Sala de Consulta y el Módulo de circulación. Él mismo me comentó que allí hizo las veces de bibliotecario referencista, ayudando en las búsquedas de los asistentes. Cosa entre las mejores que hace Alfonso: referir libros.
Pasados los años me enteré de que había sido organizador junto con Fernando Robles Fematt del Primer Encuentro de Escritores aquí en Irapuato en 1985, un encuentro en cuya ideación estuvo Javier Báez Zacarías, además de Dante Gutiérrez y Fernando Gutiérrez.
Un listado es insuficiente para dar cuenta de la magnitud del quehacer de Alfonso Padilla, que no se circunscribe a registros nominales en torno al libro y la lectura. Es decir, quiero subrayar su sapiencia en las andanzas librescas, que le permiten dar muchas de las veces santo y seña de autores, colecciones, editoriales, librerías, iniciativas locales o regionales relacionadas con los libros, datos y hechos curiosos de la ciudad y la región aledaña. Y vale la pena señalar que lo comparte con generosidad, en todo momento que le es posible y sin mediar ningún trámite, dando pie la mayor parte de las veces a una conversación inesperada pero chispeante. Lo que él sabe de este quehacer, entre nosotros es difícil que alguien lo iguale.
Añádase también su bonhomía, el buen trato de gentes que dispensa a conocidos, amigos, interesados y demás personas curiosas en el husmear de los libros para sugerir ediciones o títulos, sitios donde preguntar o adquirir tal o cual volumen, historias tras bambalinas o de primera mano. ¿Cuántos lectores, aficionados a la lectura, novatos de los libros, aspirantes a literatos, infantes, jóvenes, adultos, hombres y mujeres, con títulos y sin ellos habrán, recibido un comentario, un dato, una referencia, acerca de los libros y la lectura, de parte de Alfonso Padilla, lo conocieran o no? Estoy seguro de que él mismo no lo recuerda, porque no lo ha contabilizado, pues ¿cómo contabilizar lo que nutre el vivir, lo que es vida encarnada? De ahí que permanezca en el propio flujo de la vida.
Como promotor de una cultura en torno a los libros, Alfonso ha mantenido abiertas sus puertas para dar cabida al encuentro de inquietudes. No pocas de las veces, en el reducido espacio de la Librería Wagner hubo charlas en torno la organización de la feria del libro a que ya me referí, o sobre estas o aquellas cuestiones filosóficas, literarias, históricas y de otro cuño. Yo mismo me vi beneficiado de ese ánimo conciliador, de encuentro, de confluencia: gracias a Alfonso Padilla pude colocarme como editor en la ciudad de Guanajuato y favorecer así mis apetitos literarios. Me explico: el editor de la Comisión Editorial le dejó dicho que estaba en busca de un editor, y yo le había comentado de mis afanes literarios. Y así, simple y sencillo, nos enlazó. Hoy agradezco en esta ocasión a Alfonso Padilla cuanto le corresponde de mi profesión de fe literaria. Estoy seguro de que mi experiencia no ha sido la única ocasión en que intermedió para conciliar opciones, para abonar vocaciones librescas o literarias, para agradar a alguien con el regalo de un libro bien recomendado, para favorecer conversaciones a pie de mostrador sobre estos o aquellos hechos relacionados con los libros, siendo él mismo un vehemente interlocutor.
Termino señalando la pertinencia de este reconocimiento para Alfonso Padilla teniendo en cuenta que no se ha dedicado sino a hacer lo que le gusta, una actividad además que sabe realizar con suma destreza y efectividad: el trato con los libros y la lectura, su radiación hacia los miembros de este grupo social. Enhorabuena, Alfonso Padilla, por este reconocimiento, que emplaza contigo un segundo nombre en lo que se vislumbra será un linaje particular en nuestro ámbito de cultura. Llegó el momento que tú vislumbraste en un poema publicado en La cultura de las casas en 1991: “Riega la tierra que pisas, / yo pasaré un día / para recoger la flor”. Regaste la tierra, llegó el día de recoger la flor. Gracias.
Guanajuato, Gto. 21 de abril de 2023.