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Alfonso Padilla Rivera

Bibliotecario, promotor y divulgador de la cultura escrita entre la comunidad guanajuatense. Recibió en este 2023 el Reconocimiento público Lourdes Estrada Téllez, por su labor de toda una vida en favo del libro y la lectura.

Mi historia

Buenas tardes a los presentes, Autoridades estatales y municipales de la cultura, amigas, amigos, familia y público en general, hoy que es Día Mundial del Libro y los Derechos de Autor es un gran honor para mí recibir este reconocimiento que lleva el nombre de Lourdes Estrada Téllez, destacada promotora de la lectura en el norte del estado y que en su memoria se ha instituido.

A Lourdes la recuerdo porque coincidimos en algunos cursos para formar promotores de lectura hace muchos años ya, pero no sabía del importante trabajo que realizaba en su comunidad, en la Sala de Lectura El Semillero, animando las lecturas y actividades que ponían en contacto a sus vecinos con la palabra que divierte, la palabra que informa, la palabra que responde a las preguntas de la curiosidad. Así que me parece justo que como homenaje póstumo se institucionalice este reconocimiento que hace visible a una promotora declarada, que dedicó parte de su vida a promover la lectura con éxito en ese lejano lugar del norte del estado, que realizó con creatividad esta importante actividad de relacionar a las personas con los libros. También me parece importante que al dar testimonio de su trabajo se está reconociendo a todos los promotores de la lectura, mujeres y hombres de todo el estado. Promotor de la lectura, animador de la lectura, mediador de la lectura, distintos nombres para designar una actividad que requiere saber leer, práctica que de tan cotidiana, que la hacemos todos los días, como el respirar, como el caminar, como sentarse, nosotros, personas alfabetizadas, fácilmente podemos perder la noción de la riqueza e importancia que tiene la palabra ( En el principio era el verbo…) y entonces alguien tiene que venir a recordárnoslo y a los no alfabetizados, a platicarles historias, para alimentar nuestro asombro y que nos adentremos luego por sí solos. Ese alguien que viene a mostrarnos el valor de la palabra es el promotor de lectura.

Yo me hice lector en las páginas de las revistas de circulación periódica como Life, Contenido, Revista de revistas y periódicos, de esos interminables, como el Universal, en casa de mi abuelo, a mediados de los años sesentas. Fue en esas páginas en donde alimente mi curiosidad porque encontraba vastos universos de las más variadas cosas, lo mismo incursionaba en temas de ciencia, deportes, avances tecnológicos, cine, escritores, que conocía a personalidades mundiales o me adentraba en los conflictos bélicos de aquella época, todo enriquecido con fabulosas fotografías a todo color. Era tal mi afán en leer esas revistas, que mi abuelo, que se dio cuenta de ello, le dijo a mi mamá que tuviera cuidado conmigo porque estaba leyendo mucho. Intento de censura que no prosperó. También en casa veía a mi papá leer en varios momentos del día, en la cama, en el sillón de la sala y lo acompañaba a comprar libros. El último año de la primaria me tocó un maestro que nos contaba historias de Sherlock Holmes y me dejó el gusanito de leer historias de suspenso, pues eran tan bien escenificadas, con tanta vehemencia y emoción que él en momentos se convertía en el gran investigador al que veíamos en el escritorio contándonos el relato, además sabía mantener nuestro interés en la historia suspendiéndola para continuar otro día. En la Prepa y con las pláticas entre compañeros apareció el nombre de Herman Hesse, autor que atrajo mi atención en obras como Sidhartha o Demian porque ponían ante mí ámbitos desconocidos y personajes de una atrayente presencia que me causaron gran impacto. Luego mis incursiones en la lectura se fueron ampliando con los nombres de autores y títulos de libros que encontraba en revistas y periódicos y de las recomendaciones. Los primeros contactos con la poesía fueron los versos del kínder “en el agua clara / que brota en la fuente / un lindo pescado / salta de repente”, pero mi verdadero encuentro con ella fue al leer “Canto a mí mismo”. En la familia de mi madre hubo como negocio familiar, una tienda de música que luego se transformó en librería y que ofreció servicio por más de 50 años, aquí en Irapuato y aprovecho este momento para traer a la memoria a sus fundadores, mis abuelos, Marina Buzo Aranda y Antonio Rivera de la Vega, ella compositora y poeta, él músico. Es en esta librería en donde me inicie en el noble ejercicio de poner en contacto a las personas con la lectura. A lo largo de estos años, pasados en principio en la librería, posteriormente en bibliotecas, he contemplado que tanto los libreros como los bibliotecarios y los promotores de lectura, el mayor y mejor reconocimiento que pueden recibir en el trabajo diario, es escuchar frases como estas: el libro que me recomendó es muy bueno, el libro que le regalé a mi amigo fue de su agrado, ahora sí entendí el valor de lo que hizo el protagonista, usted me enseñó a leer, las páginas que me recomendó tenían la información necesaria y más frases en el mismo tono que dan  muestra de que el trabajo realizado ha logrado su cometido.

No es sencillo lograr que una persona se enganche con la lectura, se requiere de una actividad lenta pero constante y desplegar estrategias creativas que, llegado el momento propicio, hagan que la historia y el lector se conecten, sin acudir a ningún tipo de coerción, pues la actividad de leer debe asimilarse como algo disfrutable, gozoso, satisfactorio. Con los adultos que tienen interés en ser lectores hay un camino andado, pues saben ya qué es lo que vale la pena en la vida y aprovechan de mejor manera su tiempo. Con los jóvenes es distinto, algunos de ellos están ingresando al mercado laboral y no tienen tiempo en esta vertiginosa vida, reciben estimulantes imágenes luminosas salidas de las pantallas y la idea de que como ya todo está en Internet, no es necesario desarrollar la memoria, la observación, la contemplación. En estas circunstancias el promotor acudirá a géneros como el comic que atrae tanto por las coloridas imágenes de los dibujos como por las historias que cuentan.         

La época que nos toca vivir, tan llena de tecnología de información y comunicación, es una en la que debemos realizar adaptaciones en nuestros hábitos a la velocidad en que aparecen nuevas versiones y en particular me refiero a la lectura de libros realizada en pantallas a diferencia de leer un libro impreso. Ambas formas tienen sus pros y sus contras, pero es innegable que facilita la adquisición de libros ya sean electrónicos o impresos y que llegan al día siguiente. Yo prefiero el impreso por cuestiones de salud visual y además me gusta el contacto con el papel y no necesito de electricidad.

 

Agradezco a mi esposa por su paciencia y apoyo en estos años, a amigas y amigos por participar del gusto de la lectura y por involucrarnos en proyectos de promoción y a todos los presentes por estar aquí y compartir la emoción del momento. Recibir este reconocimiento es también reafirmar el compromiso en realizar actividades de lectura hasta la última página. Gracias.

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