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Chispitas de lenguaje
por Enrique R. Soriano Valencia
sorianovalencia@hotmail.com

Novedades del Diccionario para 2024


   Tenemos un diccionario renovado que permitirá un uso más eficiente del idioma. Como cada año, las Academias de la lengua presentan las modificaciones al Diccionario de la lengua española, la más amplia, precisa y oficial compilación de consulta para saber sobre los distintos sentidos (acepciones) de los vocablos de nuestro idioma. Esta versión, nombrada 23.7, contiene 4381 novedades, nuevos términos, nuevas acepciones de entradas recogidas con anterioridad, enmiendas a artículos ya existentes y supresiones. Esta nueva versión del Diccionario ya se puede consultar en línea.

   A mi juicio, la más importante novedad es que presenta una sección de sinónimos y antónimos de casi cada vocablo definido en la obra. Con anterioridad, los sinónimos y antónimos, es decir, los sentidos equivalentes y opuestos de cada vocablo, se debían consultar en obras independientes. Actualmente, en la misma página en línea se ofrecen las alternativas.

   En el proceso de redacción, para dar mayor calidad al texto, lo recomendable es no repetir las mismas palabras en el mismo párrafo. Sin embargo, a veces es muy difícil evitarlo al tratar de forma exhaustiva un tema concreto. En ese momento se recurre a sinónimos. Sin embargo, a veces las limitaciones del habla del ambiente, no nos dota de alternativas para expresar el mismo concepto. En ese momento, el Diccionario se convierte en una herramienta indispensable. En esta versión, 42 882 artículos del diccionario incorporan 260 188 sinónimos, y 9790 contienen 20 091 antónimos.

   La nueva versión ofrece tan solo noventa nuevos vocablos, entre los que destaca: alien –que hacía mucho tiempo de forma popular ya se utilizaba para referirse a un organismo vivo inteligente procedente del otro planeta–; antisionismo –que se presenta cada vez más en el vocabulario general a partir de la lamentable guerra en el Medio Oriente–; bestializar, chundachunda, criptonita, ecofeminismo, enchufable, ficcionalizar, georradar, grisín, lambada, liberalista, machirulo –definida como «dicho de una persona, especialmente de un hombre, que exhibe una actitud machista»–; motonieve, oscarizar, perreo –baile que se ejecuta generalmente a ritmo de reguetón, con eróticos movimientos de caderas y en el que, cuando se baila por parejas, el hombre se coloca habitualmente detrás de la mujer con los cuerpos muy juntos–; pixelar, posturear, previsional, reintroducir, retrogusto, sujetalibros y trampeo. Uno más que destaco es sinhogarismo. Este último vocablo es un fenómeno creciente a partir de guerras y migraciones, fenómenos lamentables muy presentes.

   Esta ocasión sorprende la cantidad de extranjerismos crudos. Reciben este nombre porque respetan la ortografía original, sin modificación o adaptación a nuestra lengua: aquaplaning, au pair, balconing, banner, bobsleigh, boccia, bulldog, cookie, feng shui, grooming, laudatio, macguffin, parkour, post-it, sexting. Y a mi juicio el vocablo que requeríamos desde hace mucho, bracket, tan común en el arreglo de los dientes de la boca y ausente en el diccionario oficial hasta ahora. Destaco también el término big data. En un mundo cada vez más vinculado a la tecnología, el diccionario debía incorporar un vocablo que abarca los ‘macrodatos’ o la ‘inteligencia de datos’. Finalmente, a partir del futbol, ya contamos con la acepción videoarbitraje.

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